El Pentágono confirmó que aceptó un Boeing 747 con lazo de Qatar, previamente usado por su familia real, como posible reemplazo provisional del Air Force One. La decisión, defendida por Trump, generó críticas de lado y lado por posibles riesgos de seguridad y ética. El avión necesitaría una costosa y larga modernización para cumplir con los estándares presidenciales.

Ya no es raro escuchar que un joven no estudia ni trabaja. Pero lo que alguna vez fue visto como un desvío preocupante, hoy empieza a tomar forma de decisión. En Reino Unido hay casi tres millones de Gen Z clasificados como económicamente inactivos. Y aquí, en Estados Unidos, más de 4.3 millones. Y según la OIT, uno de cada cinco jóvenes en el mundo está fuera del sistema educativo y laboral. Lo que antes se escondía con vergüenza, ahora se postea en TikTok con orgullo.

Los motivos son menos superficiales de lo que parecen. Los veinteañeros ganan menos que los millennials a su edad (ajustando por inflación), pero enfrentan precios de comida, vivienda y salud más altos. Ven que ni con dos empleos alcanzan para una hipoteca. En 2005, una casa promedio costaba $297,000 y en 2025 ya cuesta $420,800: un 41% más. En el mismo período, el ingreso familiar medio aumentó solo un 22%. 

Más que una crisis de motivación, una crisis de sentido. ¿Quién quiere entrar al mercado laboral si la entrada cuesta salud mental y la recompensa es una renta compartida y un burnout asegurado? Más de un tercio de los jóvenes de entre 18 y 24 años padece un trastorno mental común (TMC) como estrés, ansiedad o depresión. El relato de “trabaja duro y lograrás algo” ya no convence. Y muchos prefieren proteger su bienestar antes que subirse a un tren que ya va descarrilado.

No es que no quieran hacer nada; es que quieren hacer otra cosa. Y todavía estamos tratando de entender qué.

Trump dice que “equalize” es una palabra que él inventó. También le fascinan palabras como “groceries”, como la “N word” hace unos días. Si todo falla en política, ya tiene futuro como editor del diccionario de Cambridge.

La noticia hace días fue que escaparon 10 presos de una cárcel en New Orleans. La noticia hoy es que el trabajador de mantenimiento que cortó el agua ahora enfrenta cargos por ayudar en la fuga sin saberlo. Su abogado dice que solo hacía su trabajo para evitar que una poceta se desbordara... Ni modo: tocó limpiar el desastre.

En Newark, volar ya no es una aventura, es una prueba de paciencia. Con fallas técnicas, menos controladores y obras sin fin, el aeropuerto perdió casi una quinta parte de sus viajeros en comparación con el año pasado. La FAA redujo vuelos y United se sumó al recorte. Dicen que volar sigue siendo “absolutamente seguro”. Aunque, si tu piloto no responde, no es personal, solo se cortó la señal otra vez.

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