Estados Unidos está bebiendo menos que nunca. Solo el 54% de los adultos dice consumir alcohol, el nivel más bajo desde 1939 según Gallup, y quienes lo hacen también beben con menor frecuencia. El shot es doble: por un lado, el consumo cae en todos los grupos de edad e ingresos; por otro, crece la percepción de que beber es dañino para la salud. Es una resaca cultural que no se quita con aspirinas, como dicen en Yahoo Finance.

El alcohol se enfrenta a un déjà vu incómodo. El surgeon general entre 2015 y 2017, Vivek Murthy, publicó en enero un informe que vincula incluso el consumo moderado con el riesgo de cáncer y pide etiquetas de advertencia al estilo tabaco. La comparación no es un capricho: en los 60 fumar era costumbre diaria hasta que un informe cambió la narrativa y la regulación. Si la historia se repite, las grandes cerveceras y destilerías están entrando en la fase de negación antes de la aceptación.

Ante el golpe, los gigantes del sector están migrando hacia bebidas con bajo o nulo contenido alcohólico, seltzers y hasta derivados del cáñamo. Anheuser-Busch ya presume que sus ventas de cerveza sin alcohol crecieron 33%, mientras Molson Coors y Boston Beer confían en sus portafolios “Beyond Beer”. La ironía es clara: las mismas marcas que hicieron del viernes con cerveza un ritual cultural, ahora apuestan a que su futuro no dependa del alcohol.

El gobernador de California ya no solo copia el estilo en redes, también el merch. Newsom lanzó su propia gorra roja con la leyenda “¡NEWSOM WAS RIGHT ABOUT EVERYTHING!”. Nada original: Trump estrenó la suya horas antes con exactamente la misma frase. Entre imitaciones y mayúsculas, 2028 podría ser un cosplay presidencial.

Si ser alcalde dependiera de repeticiones en el gym, Mamdani estaría fuera: no pudo levantar 135 libras sin ayuda. Adams se grabó flexeando, Cuomo filosofó sobre cargar “el peso de la ciudad”. Zohran, en cambio, pateó un balón descalzo. Política como triatlón involuntario. Por cierto, participar en un Men’s Day no suena muy de izquierda.

Trump anda estrenando memorabilia: en vez de trading cards, ahora recibe fotos firmadas de Putin. Las enseña en la Oficina Oval como si fueran Polaroids de high school: “muy bonita de su parte”. Entre que no sabe qué hará “en dos semanas” con Ucrania y que colecciona recuerdos del ruso, parece que la guerra se discute en modo scrapbooking.

Redactor: Leoner Hernández | Editor jefe: Marcos Marín